viernes, 30 de agosto de 2013

DESMIGANDO GALICIA (PARTE II).... O COMO PAGAR ONCE LETRAS, UNA A UNA...

El pasado 9 de Agosto, en el trancurso de nuestra estancia en Galicia, visitamos uno de los muchos sitios que tenía marcado en rojo, como opciones adecuadas para cenar en Santiago de Compostela. Decidimos ir ese día en concreto ya que era nuestro aniversario de boda. 10 años. Un besote, Cris.

El sitio en cuestión es Casa Marcelo. Este restaurante, o al menos que lo fue, ahora bar de "tapas-platos", o como su dueño guste en denominar, tuvo en su dia la afamada estrella michelín. 

El pasado 5 de Abril de 2012, reabrió sus puertas con un nuevo concepto, que rompía totalmente con el anterior, podríamos decir que típico restaurante con menú degustación, aunque con la diferencia de que no había más opción que este menú.


Ahora, este nuevo concepto, pretende ser un bar de tapas gallegas y japonesas con estilo de taberna tradicional en cuanto a la decoración y estilo. Mucho más informal, con taburetes altos y mesas a compartir, así como con una cocina totalmente abierta, donde podemos ver los fogones y los cocineros que, a modo de camareros, atienden cualquier consulta, duda o pregunta que los clientes precisen hacer, cuando no hay un camarero propiamente dicho a mano (circunstancia que, mas tarde comentaré, se dio a menudo, desgraciadamente, en nuestra corta visita). Me gustaría comentar que las fotos que voy a poner del establecimiento en cuestión son tomadas de otras webs. Y que si cualquiera de estas webs considera oportuno que sean retiradas, no tiene mas que comunicarlo al presente blog.

El exterior, como podeis ver, no aporta nada significativo en cuanto a lo que nos ibamos a encotrar en el interior de la "nueva" taberna. Cuando entramos, y como he comentado anteriormente, accedemos a un espacio abierto, con el mobiliario y la distribución reseñados anteriormente.




En nuestra entrada a Casa Marcelo no somos atendidos por nadie, ni nadie nos indica dónde nos podemos ubicar, por lo que deducimos que podemos elegir donde hacerlo. Dado nuestra querencia a las barras de bar en general, decidimos sentarnos en unos taburetes frente a la barra que precede a la abierta cocina, para poder ver convenientemente el trabajo de ésta, ya que en algún otro bar de similar distribución nos gustó bastante la experiencia. Insisto, la foto no es mía pero es el lugar exacto donde nos situamos.


Cuando pasan unos minutos y despues de pasar ante nosotros varias chicas que suponemos son las camareras del negocio, se nos acerca una de ellas y nos coloca en la barra un papel fotocopiado con una lista de unas veinte (quizas algunas mas, quizas algunas menos) no sabemos si tapas ni raciones de estilo indudablemente japonés así como con algunos elementos de cocina gallega. Nos toman nota de la bebida, nos traen la bebida y ahí empezamos a esperar. Quizas esperabamos nosotros.... quizás no, quizas eran ellas las que esperaban que levantaramos una mano para solicitar su atencion, como a la antigua usanza :-) Lo que nosotros esperabamos era alguna pequeña explicación o al menos ofrecimiento de explicación de algunos de los platos de la "fotocopia", ya que, aunque no somos neofitos a lo que se refiere a cocina japonesa, tampoco somos ni mucho menos expertos y, sinceramente, había platos cuyo contenido desconocíamos en absoluto. Nadie se acercó a aclarar absolutamente nada. Bueno, vale, habrá que buscarse la vida, pensamos. El rango de precios de los platos, si no recuerdo mal, ya que insisto en que no tomamos fotografía alguna, iba desde los 6-7 euros (un par de ellos), hasta los 24-25 euros, el llamado "Sashimi Variado Especial". Estando la media habitual entre los 14-15 euros. Los niguiris, a 6 euros la unidad. Muy bien cobrados, si señor, como Dios y Michelín mandan. Por cierto, nos llamó la atención que una de las camareras en un alarde de lo que hoy en hostelería se debe llamar "All is Ok", se paseaba por el local con un pelo a lo afro, de considerables dimensiones y sin ningún tipo de pudor en cuanto a acercarse a barra, llevar platos y vasos de un lado a otro y servir comida como si nada... Tal que así....
Cuando por fin se decide a acercarse una de las camareras, le hacemos algunas preguntas respecto a los platos, que contesta amablemente aunque sin demasiado entusiasmo ni dando demasiados detalles en su explicación y le pedimos unas gildas de merluza gallega, unos niguiris y el nombrado antes "Sashimi Variado Especial", así como un plato de lacón gallego para nuestro hijo pequeño. En cuanto a los niguiris decir que optamos finalmente porque sea el propio cocinero el que nos los sirva con el pescado que él considere oportuno, ante la imposibilidad de "sonsacar" mas de esa tan valiosa información a la compañera camarera. Es normal, hay cosas sobre las que es conveniente guardar el secreto, sobre todo si un desaprensivo cliente se empeña en lo contrario. Nos trae el pan (que posteriormente cobraran, por supuesto) y un cubilete con unos cubiertos de madera. Muy cucos ellos, pero de madera al fin y al cabo. Decir, por cierto, que la chica del pelo a lo afro, siguiendo lo que me pareció ver fue una discreta (no tan discreta) indicación de uno de los cocineros se recogió su estupenda melena en una gracil cola de no menores dimensiones que la melena suelta al viento. Momento, por cierto, que aprovecho el susodicho cocinero para tontear con ella, lo que provocó un agradable intercambio frente a nuestra posición de las ingeniosas ocurrencias de él y la risita floja de ella... Enternecedor. Una estampa de lo más algodon de azucar. Lástima que aun no habiamos ni empezado a cenar.

Y de nuevo a esperar. Y a esperar. Y a esperar. Y un poco mas. En tanta espera da tiempo a pensar, lo cual es malisimo para un negocio que no ha tenido un buen comienzo con el cliente... Pero en fin...

Por fin, llegan las gildas. 

Dos, concretamente. Dos mini-brochetas, con una guindilla, una aceituna, y un trozo de merluza cruda, con un aliño por encima. Bueno, muy bueno. Pero escaso, muuuy escaso. Nos parece, y así lo comentamos, que cobrar siete euros por esa mini tapa es un pelín excesivo. Empezamos a pagar la palabra "Casa"... cuatro letras. A los cinco o siete minutos, llega el lacón. Un plato generoso de lacón, muy rico y de excelente calidad. La verdad es que, como ocurre muchas veces, el que menos lo piensa es el que acierta, en este caso, nuestro pequeño Rodrigo.

Y de nuevo a esperar, Y a esperar, Y a esperar. Y otro poco mas... 

De nuevo entre tanta espera, y harto de pensar me dedico a observar el trabajo del camarero con el pescado. De una vitrina donde reposan mini lomos perfectamente limpios de diferentes pescados, el cocinero va cogiendo uno a uno y cortando finas láminas, tres o cuatro máximo, que de una forma muy habilidosa coloca en un plato a modo de flor, o formando una simpatica "cadeneta" del pescado en cuestión. Mi sorpresa es cuando coloca frente a nosotros el plato que andaba preparando, y nos dice, a la velocidad del rayo... "estoeslomitodecaballa,pezsanpedro,jurelyatun". Ahora, por si a alguien le ha costado tanto leerlo, como a nosotros nos costó escucharlo : lomito de caballa, pez san pedro, jurel y atun. Si había 30 gramos de cada uno de los pescados en el plato, por favor, que venga Hacienda y me haga una inspección. 

Hemos tenido la suerte de almorzar en Ramón Freixa, en Madrid, dos estrellas Michelín, así como de cenar en Atrio, en Cáceres, otras dos estrellas Michelín, y salimos absoluta y totalmente maravillados, alucinados y deseando volver a los dos. Pero aquí, el tema rayaba en la tomadura de pelo. En un gesto que podriamos calificar como casi chistoso, ante el impasible cocinero, que laminaba el pescado por encima del bien y del mal y por debajo de los 42 gramos, oso preguntarle... "Perdone, ¿esto es el sashimi especial?" Y él, se digna a bajar al mundo terrenal, donde los mortales nos hacemos cruces y comemos cosas como chopped, "arvellanas" y filetes de fletán.... y me contesta un escueto, pero clarificador... "Sí".... Qué don de gentes señores, que don de palabra, qué don de todo, en general. Pensandolo hoy, me da mas rabia no haber hecho foto al "sashimi especial" (ya no me da la real gana de ponerle mayusculas) que el "cocinero" (con comillas) perpetró delante de nuestros abiertos de par en par ojos... El cuerpo (y la mente y las tripas) me pedían decir lo que cualquiera hubiera dicho... "pues si esto es el especial, me podría decir como es el normalito"???

Y como ese día haciamos la nada desdeñable cifra de diez años de casados, los que ya han llegado a este punto, sabran que con solo mirar a tu señora esposa y que ésta te mire a tí, en la mayoría de las situaciones, ya sabemos lo que está pensando el otro... Y si escueta fué la contestación del todopoderoso "cocinero", casi igual de escueto fue nuestro "¿Nos vamos?... Nos vamos". Así que después de comernos el "minisashimiespecialcortadodelcopon" iniciamos la retirada.

Aquí vivimos uno de los momentos más subrealistas de nuestra estancia en Santiago. Me dirigí al camarero y le digo: "Perdone, los nigiris al final no los vamos a tomar". Y el "mushasho", por no estropearlo, me suelta un contundente "Vale". Le pido la cuenta a la camarera y me suelta otro contundente "Muy bien". Nos trae la cuenta y pagamos los 48 euros que para el Señor Marcelo y su tropa, valen dos gildas, lacón, 2 cervezas y 150 gramos de pescado (atun, 10 euros kilo; jurel, 3 euros kilo; pez San Pedro, 7 euros kilo; y caballa, 2,95 euros kilo) Hagan sus propios calculos. Ahí pagamos el resto de letritas hasta llegar a las 11... 

Señor Tejedor (Marcelo Tejedor, para servirles...), es usted un crack. Se lo resumo por puntos, y os lo resumo a vosotros, amigos lectores:

Si se mantienen esos precios, hay que mantener la atención y el servicio. No cuesta nada, recibir al cliente. Indicarle donde puede ubicarse y con una sonrisa darle la bienvenida. Aaah, perdon, que esto es una "nueva" taberna. Entonces cobre usted como en una taberna.


 
Si se mantienen esos precios, hay que dar calidad y cantidad. Es muy fashion y muy chic y muy
"queocinerodeputamadresoyqueconunpescadoque-novaleunamierdahagounosplatosdelcarajo". Pero no entonces no cobre usted 24 euros por 150 gramos de pescado. Porque usted no me ha puesto ventresca de atún, pez mantequilla (del de verdad), salmonete de roca, y atún rojo de almadraba. Usted nos ha puesto jurel, caballa, San Pedro y atun (que de rojo tiene lo mismo que yo de obispo). Y está claro que ni yo, ni nadie va a un sitio de este tipo, o que al menos pensamos que cumple unas determinadas caracteristicas, para salir con la panza llena, pero de ahí a lo que nos pusieron por delante, hay un mundo y un acelerador de particulas, si me apuran. Aaaah, perdon, que esto era una taberna... "Tequieiyá"

Si se mantienen esos precios, hay que tener un personal a la altura. Que explique los platos, que esten pendientes del cliente y que mantengan unas normal minimas de higiene.... Y no tener al cliente aburrido esperando para tres tristes tapas.... qué?? Aaaah, otra vez lo de la taberna... mala memoria tengo, cachis...

 
...y ultimo. ¿Usted es consciente de que su negocio lo llevan unos "mushashos" y "mushashas" que cuando un cliente pregunta extrañado la confirmación de que el plato que ha pedido es el que tiene ante sus ojos, cuando seguidamente anula uno de los 4 platos que ha pedido y que ademas pide la cuenta por anticipado, nadie, absolutamente nadie, se digna a preguntar el motivo, o se preocupa de saber si ha ocurrido algo que le disguste? Si me contesta que si, que es usted consciente, recurrimos a aquello de que "entonces no hay más preguntas, señoría". Y si me contesta que no, entonces tiene un problema y de los gordos. Que de hecho lo tiene, conteste lo que conteste.

Aaahhh, si si, que esto es un nuevo concepto informal de taberna con taburetes de taberna, con camareros de taberna, con pelos a lo afro de taberna, con cocineros con la falicidad de palabra de los de taberna, con cartas en fotocopias, como las tabernas, con servilletas de papel, como las tabernas, con cubiertos malos, como en las tabernas.....

Pero eso si, mis precios son de restaurante con estrella Michelin. Que para eso, esto es Casa Marcelo y no una taberna de mala muerte, que leches.

Suerte por ahí...

jueves, 29 de agosto de 2013

DESMIGANDO GALICIA (PARTE I)

Galicia inspira sentimientos encontrados. Familiaridad. Cercanía. Mar. Olores. Vista, mucha vista. Sensación de que siempre has estado allí y nunca marchaste. Y el entrañable "depende...". Pero también tiene su faceta "chapucera". Bares y restaurantes descuidados, en presencia y atención, donde se confunde de mala manera lo añejo, tradicional y pintoresco, con lo sucio, cutre y desfasado. Algunos lugares masificados (Santiago, en algunas de sus calles), algunos con parte de su fama injustificada (Islas Cíes), que me dejó un poco frío, además de por la temperatura del agua, jejeje... Todo ello mejorable, sobre todo si los gallegos quieren.

Aun así, gana lo bueno. De largo. Ganan los infinitos paisajes, las carreteras del fin del mundo, sin fin a la vista. Ganan las playas caribeñas, casi desiertas, pero sin Caribe...Ganan las cosas del yantar. Gana el Ribeiro, la uva Mencía, Godello. Ganan esos percebes que eran como buscar el cofre del tesoro. En busca del percebe perfecto. En busca de ese plato humeante, cubierto por un paño húmedo ante el que rogabas que el tiempo se detuviera y no terminara jamás ese momento.

Aunque si pudiera elegir un lugar al que mudarme, sería al Mercado de Santiago, a su Plaza de Abastos. De estudiante de Hostelería me tocó realizar prácticas en esta ciudad y las visitas a la verdadera catedral de la ciudad eran diarias. Este pasado mes de agosto volvimos, y vimos cosas como estas...








 







Todos los que pertenecéis a la Cofradía de Nuestra Señora del Perpetuo Mercado de Abastos sabéis que este es el verdadero Xacobeo, la peregrinación de verdad. Y desde aquí propongo que el Jubileo tenga como norma imprescindible un sello más, uno con forma de percebe, a recoger una vez se certifica que el peregrino pasó por la verdadera catedral. Y si no, no hay salvación, que leches...



Continuará...

miércoles, 28 de agosto de 2013

EL TEATRO

Este post está dedicado a mi niña de miel; gracias por animarme tanto a dar el paso....


Una vez me dijo un profesor, quien posteriormente fue buen compañero de tareas, que "el trabajo en hostelería es como una representación teatral. Sólo que aquí, los actores, los que llevamos a cabo la función, somos los profesionales, y el publico que cada día asiste a la misma, en este caso es el cliente". Se trata de que dicho cliente nos aplauda, salga con gesto de satisfacción del teatro, de nuestro teatro; si es posible, que nos vitoree, o que incluso desee un bis, es decir, que vuelva a vernos a la mayor brevedad posible.
También hay otra gran diferencia respecto al teatro, llamémosle, real; aquí, la entrada se saca y abona al final. Y eso conlleva un gran riesgo. Porque debemos hacer que cuando nuestro público pague su correspondiente entrada, le parezca que está pagando un precio justo, que ese "click" que se activa en el cerebro del cliente en el mismo instante en que abona su "ticket", y que le hace pensar si la representación ha valido o no ha valido la pena, sea breve y de color de rosa... 

Y así es. Lo que ocurre es que, como en el mundo del teatro, hay buenos y malos actores, actores sublimes y actores horrendos. Y otra particularidad es que hay actores a los que veremos la cara y otros a los que no veremos pero que igualmente pueden hacer que la obra vaya como la seda o sea el mayor de los fracasos. Hay escenarios bellos, en la estética o en la forma en que nos embelesan e hipnotizan y nos dan la oportunidad de disfrutar de la función como invitados de lujo. Hay otros que a los cinco minutos provocan un inmediato arrepentimiento de haber "comprado" esa entrada, de habernos atrevido a penetrar esa gruta teatral-gastronómica. Y los hay que engañan cuando quizás veamos sus "asientos" descuidados, su fea decoración, pero que nos sorprenden con la mas increíble de las representaciones. 


Después puede darse el caso de un escenario perfecto estropeado por un actor "aficionado", o encontrarnos con un estupendo actor que no intenta más que disimular, como buenamente puede, un escenario que lamentablemente se le cae a pedazos. Situaciones hay miles. Incluso alguna obra que a nosotros nos puede parecer magistral, a otro público le puede parecer la peor de las peores, o provocarle la mas absoluta de las indiferencias. Hay veces que asistimos a "obras" las cuales, aun habiéndolas visto en muchas otras ocasiones, se ven estropeadas por la inclusión de un nuevo actor, o de un nuevo fondo de escenario, o de algunos elementos de atrezzo que no aparecían en los guiones de anteriores sesiones.
En conclusión, las posibilidades son infinitas. Las críticas, infinitas. Los actores y público están listos, están ahí y cada día levantan la persiana-telón para que les veamos y nos vean. Los lectores de este blog encontrarán teatro, mucho teatro... actores de los buenos, de los malos y de los regulares... y de los horrorosamente malos, que son los mas divertidos, sobre todo cuando no hemos pagado la entrada... Teatros espectaculares, teatros humildes pero con un sabor especial y teatros en los que es mejor no parar y pasar de largo. Y sin olvidar al teatro aficionado, amateur, que no pretende llegar a "Broadway" pero que hace sus pinitos y no lo hace mal del todo (o sí...). Y aquí pasarán por este particular "Rayador", que les hará pedacitos y no disimulará sus vergüenzas o su mayor gloria y éxito...

Sólo espero que, en este caso, la función sea de su agrado...

Se abre el telón...